-

Era un regalo, ahora soy un recuerdo.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Una vez tenía frío, muchísimo frío y él aparecío con una manta gigante que ponía en grande todo lo que me quería, cuando ví la firma reí, y él supe contestarme... -Para que cuando tengas frío y yo no esté, sigas acordandote de mi. 
Creo que nunca fui tan feliz como cuando estabamos en Paris, en una pequeña habitación con vistas a un patio lleno de flores. Despertaba entre sus brazos, y me dormía entre caricias, y sé que nunca había sentido esa tranquilidad, esa sensación de que estas justo en el sitio y el momento perfecto.. Tan perfecto que asusta. Durante esa semana le besé en tantos lugares... A trescientos y pico metros del suelo.... En tantisimos lugares que no recuerdo un sólo rincon en el que no lo hiciera. Era feliz, y solo él era la razón de que me sintiese la chica más afortunada del mundo.
El verano anterior a ese, nos dejamos perder en un pueblo costero precioso, con la playa a 100 metros, y su piel a 3 cm. Recuerdo que pasabamos más tiempo en la habitación que fuera... No nos hacía falta nada del exterior, no queriamos salir de esa cama... Una noche, y este sí que es mi mejor recuerdo a su lado, me besaba, no hacía otra cosa.. Yo le dije que parara, que estaba cansada... Que no quería, pero él me siguió besando.. Derrepente recuerdo como miré hacía arriba, le miré a los ojos, y él creyó por un momento que yo tenía miedo.. Y me dijo -Cariño, por favor, nunca tengas miedo, no voy a hacer nada que tú no quieras.. Te quiero más que a mi vida, y no se que haría sin ti, no tengas miedo por favor.. Empecé a llorar y no quería soltarle.. Me dijo cosas impresionantes.. preciosas..
Tambien me acuerdo cuando me regaló una rosa y me dijo que representaba nuestro amor, que la cuidase para que nunca marchitaría, cuando me regaló su collar, aquella postal de pastelitos, las cartas, el peluche que tanto le pedí, una foto nuestra en cuadro, el anillo más maravilloso del mundo que le prometí llevarlo a nuestra boda, aquella manta, una naranja partida por la mitad, los relojes que se paralizaban cuando él se separaba de mi, los albumes de fotos,... Tantas y tantas cosas me ha regalado... Pero sin duda las más bonitas, han sido todo el amor, el cariño y la confianza que me dió... Cada abrazo era un regalo, cada mensaje, llamada, las noches de lluvía, los días de sol, cada te quiero, cada beso, cada sonrisa, risa y carcajada... Cada vez que él estaba cerca, yo era feliz.. Y siempre estuvo cerca.
Cuando me conoció, al de una semana me dijo que me quería, y yo sentada en una valla estuve a punto de caerme del susto... Yo no le empecé a querer hasta que pasaron unos cuantos meses.. Siempre he estado a mi aire, pero él lo consiguió. Consiguió hacer que le quisiese con todas mis fuerzas.
Yo sé, que nunca ha habido ni habrá jamás una pareja como nosotros.. Losé. Eramos como un cohete despegando, una bomba cuando explota, un chaparrón, la sensación de tirarte desde un avión, el grito más alto que puedas oir, la canción más bonita del mundo... Y el frío del polo norte.
Y por todo esto, yo no entiendo nada... Me martiriza, me consume y   me mata de rabia .... Quizás fue un amor de niños, o quizás sea el amor de mi vida. Pero hoy sé, que mañana volveré a despertarme sola.


"En este momento hay seis mil millones, cuatrocientos setenta millones, ochocientas dieciocho mil, seiscientas setenta y una personas en el mundo. Algunas corren asustadas. Otras vuelven a casa. Algunas dicen mentiras para llegar al final del día. Otras simplemente están enfrentándose a la verdad. Algunos son hombres malvados en guerra con los buenos. Y algunos son buenos, luchando con los malvados. Seis mil millones de personas en el mundo. Seis mil millones de almas. Y a veces… todo lo que necesitas es una.”


Creo que no todo el mundo está preparado para querer, aunque a todo el mundo le gusta ser querido.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Ni la noche más bonita te hace competencia ♥

Te perdono porque te quiero, pero me alejo porque me quiero.

Hay momentos en la vida que no tienen freno, que van para adelante y no te esperan.
En esos momentos exactos, en los que pararías a observar tu alrededor, son en los que no puedes hacerlo. 
La realidad, junto con el tiempo, va a una velocidad irremediable, y casi temeraria, y aunque nos duela y creamos que no estamos preparados, es necesario seguir y afrontar lo que venga por delante.

Las decisiones suelen ser evitadas por miedo al fracaso, pero son inevitables, y antes o después, hay que ser valiente.