Hay momentos en la vida que no tienen freno, que van para adelante y no te esperan.
En esos momentos exactos, en los que pararías a observar tu alrededor, son en los que no puedes hacerlo.
La realidad, junto con el tiempo, va a una velocidad irremediable, y casi temeraria, y aunque nos duela y creamos que no estamos preparados, es necesario seguir y afrontar lo que venga por delante.
Las decisiones suelen ser evitadas por miedo al fracaso, pero son inevitables, y antes o después, hay que ser valiente.
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