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Era un regalo, ahora soy un recuerdo.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Mi veintiocho

Lo escribí hace cuatro semanas, mi regalo para el día 28 de noviembre:

Échame un poco de menos que yo sola no puedo, y que ojalá te acuerdes de mi como yo de ti. Y que nadie me entienda no es lo que me preocupa, que nadie sepa lo que es querer de verdad y aún sentirte mio no me preocupa, porque es así. Y tengo la sospecha que nadie entiende lo que somos, igual ni si quera lo entiendas tu, pero yo sí.
Somos el "insieme possiamo" de todo. La lluvia de invierno y el sol de agosto, las noches echando de menos, y las mañanas desayunándonos. 
Hemos sido tanto y lo seguimos siendo. Lo sigues siendo. Y el ser esa lluvia, hace que nunca dejemos de "ser". Todos los inviernos llueve, todos los noviembres tienen el día que empezaste a ser mío.
Todas mis camisetas han recibido tu abrazo, y todas mis sábanas tu olor. 
Algunos locos aconsejan que pase página, pero tan solo hemos cambiado de párrafo, porque cuando un libro te marca, será por siempre "tu libro". Y eso eres tú; mi libro, mi frase y cada palabra. Desde la N a la E.
Quizás yo no sea tu libro, quizás te he querido demasiado... Pero que es exactamente querer demasiado? Creo que es exactamente como se debe querer, hasta matar por querernos y querernos hasta matarnos. Y lo nuestro sin duda, son las montañas rusas.
Es un "te echo en falta" y ahora "te echo de más", pero no te vayas que no te quiero añorar. No sé si me explico.
Es como el tabaco que mata, que te consume y lo consumes, que dices que vas a dejarlo, pero acabas volviendo porque es tu vicio, y de algo dicen que hay que morir. 
Es tan única nuestra relación, que sigue viva y seguirá mientras nos sigamos buscando al cruzar la esquina.
Puede que tú no lo veas así y que te hayas pasado al paragüas, a la sombrilla, a las películas y ya no me busques, y entonces sí pensaré que nuestra relación era como las demás que acaba muriendo, pero quiero creer que tú piensas como yo... Que en mi cama está tu almohada, en tu coche mi asiento, y en nuestras peleas las reconciliaciones.
Es que de verdad pienso que absolutamente nadie - y podeis llamarme ilusa - nadie, sabe lo que guardamos nosotros dos.
Repito, igual solo lo tengo yo escondido dentro y tú ya no, pero quizás tu también sabes que el veintiocho siempre estará vivo, y que nos queda volver a la habitación más encantadora, con el patio lleno de flores y sol de Paris.
Quizás me aferro al recuerdo, a lo bueno... Pero hay gente que se resguarda en la fe, y aquí cada uno es libre de elegir su religión.

Atentamente, tu libro.

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