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Era un regalo, ahora soy un recuerdo.

martes, 4 de marzo de 2014

Nirvana

El carmin de sus labios se fundió con el primer beso, dejando las bocas rojas y un dulce sabor a pasión. En el segundo beso las caricias consiguieron todo el protagonismo, dejando así, los dos cuerpos desnudos, la luz encendida y una noche por delante. 
Él no sabía por dónde empezar, estaba atento a cada movimiento que ella hacía, quería hacerla sentir en el cielo... La veía como un auténtico angel, y no podía soportar la idea de incomodarla. Ella se mordía el labio de las ansias, del anhelo que sentía por percibir el aire que salía de su boca en el cuello.
Cada segundo que pasaba las ganas se convertian en codicia por poseerse el uno al otro.
No dejaron mucho tiempo pasar, no podian soportar el frio que cada mílesima de segundo llevaba consigo cuando sus pieles no se rozaban. Era tal el deseo, que los besos y las caricias quedaron en un segundo plano para encontrar los mordiscos, las bocas que cuando se cerraban escondian los dientes apretados que sólo podían significar las ganas de beberse a morro.
La noche estaba comenzando y no tenían prisa, solo afán por explorar cada peca y conocer todos los lunares que adornaban sus pieles color canela.
Él tenía la mirada clavada en sus ojos, es cómo si puediese verla por dentro, le decía que se moría por encontrarse en ella, le gritaba que la quería... Y ella lo sabía, ella conoce cada una de sus miradas... Y esa es su favorita, sin duda. 

Y se empiezan a regalar los segundos más intensos de sus vidas, mientras poco a poco quedan sumergidos en el nirvana.  

Ella no quiere dormir y perder la oportunidad de ver su rostro soñar. 
Decide mirarle mientras le toca delicadamente la cara...  Comienza con su dedo índice enredandolo en su corto pelo y mientras va bajando por la sien hasta el pómulo se acerca lentamente a su boca, la mira... y se decide a besarle tan sensiblemente, para no despertarle, que parece besar al poco aire que pasa entre sus cuerpos.
Va uniendo poco a poco el resto de sus dedos para rozar lentamente y con más fuerza su pecho. Él respira despacio, tranquilo... Sabe que ella está ahí. Y ella sabe que le tiene.

"Nos escondemos para hacer el amor mientras la violencia de practica a plena luz del día."

Deberiamos escondernos y perdernos cada noche, hasta encontrar el nirvana.






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