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Era un regalo, ahora soy un recuerdo.

domingo, 25 de agosto de 2013

En mi casa

Siento que ultimamente presto más atención a los recuerdos que a los momentos, y tal vez sea porque era más feliz. 
Antes todo me resultaba más fácil... Cuando mi día empezaba despertandome a su lado, desayunandonos en la cama y duchandonos juntos. 
Me encantaba notar como me acariciaba su mano desde mi cuello hasta mi cadera, como me abrazaba de espaldas y al besarme acababamos con la boca llena de jabón. 

Las tardes no tienen mucha importancia desde que empezó a trabajar.

Cuando llegaba la noche le esperaba impaciente para cenar juntos y para que me contase alguna historia que le había pasado, siempre se iba por los cerros de úbeda y nunca se le acababa el tema de conversación, y en realidad me gustaba eso de él porque puedo estar callada mirándole sin necesidad de decir nada.

Al acabar, saliamos a la terraza a fumar y me enseñaba canciones que hoy en día no paro de escuchar, o me ponía videos de peleas que nunca jamás me han gustado, pero yo le sonreía porque me daba igual que ver con tal de estar con él. 
Nos sentabamos él uno enfrente del otro en la parte izquierda del balcón, y nos tapabamos las piernas con una manta en invierno.
Y si estabamos de pié, me abrazaba por atrás para que no tuviera frío. 
Me gustaba que haría frío.

Luego llegaba el momento de cereales con leche, que convertimos en ritual trás fumar, y después el mejor de todos, dormir juntos.

En invierno le gustaba dormir al lado de la pared, y en verano fuera. A mi me daba igual pasar frío que calor para ser sincera.

Muchas noches me pedía masajes y caricias y aunque estaría con los ojos más cerrados que abiertos me gustaba darselos porque le veía feliz.
Cuando ya estaba medio dormido, me apoyaba en él y esperaba a que él se durmiese primero... Creo que a él le daba tranquilidad... Me recordaba a cuando eres pequeño y le pides a tus aitas que no se duerman hasta que te hayas dormido tú porque tienes miedo.. Me producía tanto amor cuando me pedía que no me durmiese antes que él, que hasta me acababa gustando, sobretodo para poder verle dormir, sin duda se convirtió en uno de mis hobbies.
Me encantaba acariciarle y mirarle mientras dormía.
Recuerdo que muchas veces me fijaba exactamente como eran sus ojos, pestañas, sus labios,... Y lo hacía para que nunca se me olvidase su cara.

Y él seguía soñando mientras yo no quería cerrar los ojos para no perderme ningun momento.

Odiaba las noches en las que dormía sin él, pero lo hacía oliendo su perfume que quedaba entre mis sábanas. Si alguna vez decidí no dormir con él fue para acostumbrarme a dormir sola, a no echarle tanto de menos, a soportarlo mejor cuando no estuviese conmigo.



Esto tan solo es cuando dormíamos en mi cama, en la que el amor nos hizo por primera vez y nosotros le correspondimos el resto de las veces.
Nos hemos querido en muchas más.


Ahora ya me he acostumbrado a dormir sola y despertarme igual, a pasarme la mañana en la cama aunque él no esté en ella. Ahora ya solo tengo estos recuerdos y ningún perfume entre las sábanas.

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